06 septiembre 2011

Llámame Mañana, ¿sí?


Aún no hay mensajes en mi teléfono.

Supongo que no iba a regresar la llamada después de todo. La verdad no lo puedo culpar, tal vez fui demasiado rápido ayer.

Yo lo había notado mucho antes de que él me notara. Su brillante cabello negro y ojos azules irreales. Yo no era la única que lo observaba, por supuesto. Sus movimientos eran elegantes en una manera de chico. Y su sonrisa... su sonrisa.

Podría morir por esa sonrisa.

Aún no hay mensajes...

Había pensado en llamarlo, tal vez disculparme por ir tan rápido ayer. Soy una cobarde, lo sé, pero yo no podía hacerme marcar su número.

Además él había prometido contactarme cuando estuviera listo.

Así que esperaré. Soy paciente.

Lo sé, pasaré casualmente por su casa. Sólo para ver si está en casa. Tal vez está fuera, eso explicaría porque no me ha llamado aún.

Él vive a sólo media hora. Tal vez es tímido y está asustado para llamarme. Pequeño tonto. Iré con él y le diré que no debe esta asustado. Que no me importa si necesita tiempo.

Él vive bastante alejado en una granja a las afueras de la ciudad. Puedo escuchar a las ovejas en los establos al tiempo que me acerco. Mi corazón salta cuando veo que hay luces dentro. Él debe estar ahí, ayer me dijo que sus padres saldrían por el fin de semana. Lo dejaron para que cuidara a las ovejas esos días. Pobrecito, debe ser duro trabajo. Tal vez estaba simplemente muy ocupado para llamarme. Tendré que quedarme aquí hasta que sus padres regresen y ayudarle a cuidar a todas esas ovejas. Golpeo la puerta, pero nadie responde. Tal vez se quedó dormido. El pensamiento de su linda cara incluso aún más linda por estar dormido me hace sonreír. Intento abrir la puerta, está abierta. Casi no hay crímenes por aquí, así que supongo que cerrar la puerta no es necesario. Intento ser tan sigilosa como pueda mientras me escabullo a través de la casa. Quiero sorprenderlo. Me encojo cada vez que las escaleras chillan mientras las subo.

Finalmente, he alcanzado su dormitorio y cuidadosamente abro la puerta.

Ahí está, acostado en su cama como pensaba. Calladamente enciendo la lámpara de noche en su escritorio para poder ver su cara.

Sus ojos azules estaban abiertos, viendo al espacio y toda su cara es un desastre sangriento. Sus mejillas habían sido talladas, casi toda la piel había sido removida y estaba colgando por los lados de su cara. Le faltaban las uñas de los dedos, estaban colocadas en la cama cuidadosamente arregladas. Hay palabras talladas en su pecho.

Lo miro, con mis manos cubriendo su boca.

Aún está igual que como lo dejé ayer. Debe estar tan cansado que durmió todo el día. ¡Qué lindo!

Beso suavemente su frente, asegurándome de no despertarlo. Luego, escribo otro mensaje debajo del de su pecho, haciéndole saber que siempre estoy cuando me necesite.

Dejo el cuarto, dirigiéndome afuera. Creo que es hora de mandar a dormir a las ovejas.

Y mañana me presentaré con sus padres. Estoy segura de que me amarán también.

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